EL PERRO QUE COMÍA SILENCIO, de Isabel Mellado
No es una metáfora lo que da título al primer cuento y a este libro: el silencio es el alimento del perro. Pero no por eso deja de hablarnos. La animalidad y su silencio son justamente las características que nos interpelan para mirar cara a cara la flacura de sus costillas, la enfermedad en su cuerpo y el abandono de una miseria creada por un hombre despreciable y un pueblo que hace caso omiso a los perros que mueren de intemperie. Con esos gestos literarios aparecen nuestros límites.