VÍRGENES DEL SOL INN CABARET, de Alexis Figueroa

TRADICIÓN EN VASO PLÁSTICO

 

vrgenes_del_sol_inn_cabaret001La casa de remoliendas, el prostíbulo o "la casa del farol azul" es un tópico común en la literatura latinoamericana; basta con recordar los múltiples usos que se hizo de este espacio en Juana Lucero, La casa verde, El lugar sin límites, Santa, Juntacadáveres, por nombrar algunas novelas. Este cronotopo de nuestra literatura, tal como lo ha llamado un profesor universitario chileno recordando a un académico ruso, presenta el desarrollo narrativo como un "estado de excepción", donde se abandona la experiencia cotidiana, la que se caracteriza por una naturaleza en proceso de ser domada, una sociedad en proceso de encontrar sus bases o una modernización que aún no encuentra término. Todo muy racional y masculino.    

        En Vírgenes del sol Inn Cabaret, Alexis Figueroa se echa al hombro esta tradición para marcar una distancia. Se nota desde su título, donde ya no es la casa de las señoritas Molina -como en la tradición patronal que podría representar Julio comienza en Julio de 1979-, sino que se ha adoptado el nombre cabaret más acorde con el ánimo internacionalizador, publicitario y mercantilista del segundo lustro de la década del ochenta. El prostíbulo ya no es el estado de excepción, sino que en su espacio semiprivado hay un discurso o, mejor, un lenguaje que somete todo a su paso.
        La convergencia de imágenes y registros que el título augura se despliega en un haz vocal que tiende a ampliarse narrativa y temáticamente. La invasión tecnológica reviste el discurso de ciertos códigos híbridos donde el sujeto masculino ha perdido la posibilidad de ejercer su poderío y el objeto femenino se vuelve maleable. La voz que solemnemente -escenográficamente, bíblicamente, mentirosamente- invita a entrar en el juego del cabaret ejerce sobre los signos -el cuerpo de la mujer es sólo uno de ellos, el más obvio- una manipulación que destaca su carácter de mercancía, prostituyéndolos. El discurso que tan hipnóticamente pinta de apariencias deseables lleva en sí la mácula que deja en evidencia su precariedad: el "Vien benidos" que se repite como sonsonete maquiavélico, escrito con una falta de ortografía premeditada, evoca una lectura de sentido irónico que hace irreal la amenaza que lanza. Sin embargo, es justamente en esa apariencia de falsedad donde está su peligro: esta novedad tan agradable a la vista habla un lenguaje que no respeta los límites de antaño; es un lenguaje intruso.
        Si bien esta imagen de la coerción hace referencia a cuánto ha servido la televisión como herramienta de propaganda en la dictadura chilena y en las dictaduras en general -debido a su largo alcance y a su efectivo mecanismo de desvío de la información, de imposición de lenguajes e hipnotización del ojo- su posibilidad hermenéutica no se detiene allí. Al volver sobre las experiencias escindidas de la modernidad televisada y la cotidianidad de tercer mundo, este poemario recompone las piezas en términos políticos, geopolíticos y genéricos.
        La tergiversación simbólica más evidente ocurre sobre el cuerpo de la mujer, "arcilla maleable", donde puta y virgen son términos intercambiables. Paralelamente, el sujeto masculino encuentra su sistema de referencias en una cajita de imágenes, la pantalla de tevé ("el ojo de una bruja"), la máquina ("el corral de los discretos, humildes y humillados animales"): un cyborg de tercer mundo que se alimenta de tecnología criolla. Las relaciones mercantiles y propagandísticas explotan fuera de la pantalla y se cuelan en la vida privada, frente al espejo, en el día libre. La lengua de la máquina se yuxtapone a la experiencia cotidiana, invadiéndola.
        La ciudad imaginada, entonces, no se distingue de la real; el poemario de Figueroa termina volviéndose una reflexión sobre el límite de la ficción y la realidad en un mundo mediado por los artefactos y sus maneras de decir. El dibujo que abre el libro muestra a un escritor encerrado en una celda, con una cabeza intrusa y mirando una partitura: ya no es -como Baudelaire frente a la primera modernidad parisina tampoco lo fue- un iluminado, sino apenas alguien que se esconde tras un "nosotros".

 

 


 VÍRGENES DEL SOL INN CABARET. Alexis Figueroa. Ediciones del Temple. Santiago, 2007.