SOBRE EL PUNTO CIEGO DE LA DRAMATURGIA
Al parecer, la figura del dramaturgo está encallada en un punto ciego entre dos disciplinas: la escritura teatral y el teatro como performance, dando por resultado una extraña gama de dramaturgos ejemplares, dependiendo el lado al que se cargue su trabajo. Antaño, y en otras latitudes, solíase ver a un dramaturgo contratado por el dueño o productor de un teatro que, en una fecha dada, montaría su obra -en algunos países sigue siendo así. En Chile, estos días, la mayor parte de los dramaturgos jóvenes ha visto la publicación de sus obras bajo otras condiciones: empollados bajo el alero de la escuela de teatro, tienen en sus mentes grafómanas el trabajo del actor y el montaje como fin. Seguramente fue una urgente llamada a la coherencia entre lo que figura como el inicio de una obra teatral -el texto- y el producto final sobre el escenario -el montaje-, lo que dispuso a una generación de actores a escribir teatro para después pasar a la dirección y hasta actuar en ellas. Así se creó una obra polémica y novedosa, con una distintiva marca de autor en todas sus fases.
Entonces surge lo que podría ser para algunos un problema y para otros algo interesante: en este contexto -en el cual el texto teatral está escrito con miras a ser performático, donde gran parte de su mensaje o, mejor dicho, de su escritura está centrada en la actuación sobre el escenario-, mirar el texto dramático como lo que es -es decir, obedeciendo a las leyes de lo literario-, puede cercenar la naturaleza con la cual fue gestado. Ciertamente, me inclino a pensar que leer el texto con los signos escritos y sopesando la densidad escritural que hay en él puede llevarnos a encontrar algunas zonas imprevistas por el autor. Así pues, mi objetivo no es hablar del montaje, sino de los dos textos dramáticos escritos por Cristián Soto y editados por Editorial Cierto Pez bajo el nombre de Santiago High Tech seguida de La María Cochina tratada en libre comercio, buscando nexos entre los textos y la literatura de manera espontánea.
El primer texto dramático nos traslada a un Santiago cibernético, tal vez una ensoñación futurística del devenir de nuestra ciudad, gestada con una estética propia de los albores de la década de los 50. El espacio en que nos sitúa no está descrito en detalle, sino que se nos devela por el solitario andar de los personajes. Así, la otrora Alameda de las delicias se ha transformado en la funcional Alameda pista, en la cual se cruzan calles en distintos niveles. A lo lejos se cierne alguna amenaza invisible que fuerza, con su luminosidad contaminada, a algunos transeúntes a quitarse la vida tirándose al vacío.
En ese contexto oscuro y amenazante, XY se desplaza por las inhóspitas calles de la Alameda con cierta ingenuidad: busca el contacto con otros – ya sea un espécimen XX u otro XY- , expresando sus esperanzas y deseos al mismo tiempo que revela su incapacidad para articularlos. Ya se huele el aspecto que toma este texto en sus personajes nombrados según composición genética y mediante un habla también funcional y engañosa. Santiago High Tech, con sus parlamentos escuetos y su inclinación por el intercambio dialógico, revela una interesante incapacidad de decir, la cual vuelca el texto sobre uno de sus temas principales: la incapacidad de delinear una identidad coherente. Si bien es una cuestión que puede relacionarse tradicionalmente con la adolescencia, Cristián Soto la lleva a modos más universales cruzando la crítica de género – la inoperancia de sus clasificaciones- con una reflexión sobre el ejercicio actoral, afirmando una vez más que el mundo suele comportarse como un escenario.
En esta locación ultrasónica de altas velocidades y de frío orden, el joven XY parece no atreverse a decidir por el género de su deseo, y esta línea argumental transporta al joven al saber y al autoconocimiento. Así, finalmente frente a frente con la luz que en un principio tintineaba amenazante en la oscuridad, al joven XY le es revelada la naturaleza de la amenaza.
Cabe decir, igualmente, que si bien el texto puede ser leído como una extrapolación política, no parece la manera más espesa de hacerlo. Santiago High Tech revela una búsqueda íntima, emocional, cuya exhibición desemboca en la experiencia teatral. La marca textual que nos indica esa dirección son las continuas apelaciones hacia el público, como si fueran ellos -la audiencia, esa entidad colectiva, móvil e informe- parte de la conciencia moral de cada uno de los personajes. De esta manera se expresan segundas intenciones, que podrían tal vez ser las verdaderas .
El segundo texto dramático, La María Cochina tratada en libre comercio, acusa claras influencias de los maestros de Cristián Soto: el discurso de resistencia visible desde el título del texto no sólo toca a la mano negra del sistema de intercambio anglosajón, sino también a instituciones sociales que resguardan su influencia en nuestro país: la aristocracia criolla latifundista, la iglesia y los grupos políticos. Los personajes y su forma de hablar, proveniente de la tradición oral y literaria chilena -como el travesti, la infaltable canción en décimas o el remate al mejor postor del hijo de la víctima-, si bien están desarrollados con un inusual manejo del humor y del sarcasmo, demostrando así la destreza de Soto, temáticamente resulta un chicle muy masticado. En contraste, destaca la inclusión de algunos dibujos con el rótulo de la Coca-Cola, ícono de todo lo que ataca el autor.
Sin duda que la lectura de un texto dramático resulta un ejercicio muy distinto de la experiencia de su montaje, por lo que posiblemente surjan lecturas diferentes desde ambas instancias. Si bien un escenario está cargado de símbolos por leer, y todo en él debiera ser significativo, el texto dramático permite leer algunos elementos relevantes que quizás no estén sobre el escenario. Los títulos de las distintas partes que conforman Santiago High Tech refieren a encabezados de escenas en un guión cinematográfico -"Un abismo en el depto de ella. Madrugada"- o a versos de corte emocional -"Flotar en tren rápido" versus "Enloquecido en tren rápido". Será necesario considerar estas expresivas indicaciones teatrales en el marco del texto dramático para entender, tal vez, a qué lado del punto ciego se carga el dramaturgo, si a la escritura o a la performance.
SANTIAGO HIGH TECH, SEGUIDA DE LA MARÍA COCHINA TRATADA EN LIBRE COMERCIO. Cristián Soto. Ediciones Ciertopez. Santiago, 2004. 121 páginas.