RECUERDOS LITERARIOS, de José Victorino Lastarria

DETRÁS DE LA AUTORREFERENCIA 

 

recuerdos_literariosA pesar de ser una obra fundamental dentro de nuestra historia intelectual decimonónica, Recuerdos literarios tiende a aparecer con una imagen bastante deslavada. Si bien la mayoría de sus comentaristas ha reconocido cierto mérito al trabajo, ellos mismos se han encargado de que el texto sea más conocido por sus defectos que por sus virtudes. Una crítica exagerada y una comodidad intelectual preocupante han dado vida a interpretaciones que terminaron creando un perfil deformado y poco amigable de un relato que contiene en sí muchos elementos rescatables.

        Me permito dar un ejemplo para graficar lo dicho. Tiempo atrás, y en el marco de una conversación informal, un reconocido académico manifestó su más absoluta intolerancia respecto al texto que tenemos en nuestras manos. Hasta ahí nada fuera de lo común, pues, como sabemos, en el campo de los gustos se ha terminado impuesto la más absoluta relatividad. Sin embargo, nos invadió el estupor cuando el ilustre personaje -con una soltura de cuerpo y una satisfacción impresionantes- continuó su intervención reconociendo haber sido incapaz de dar por acabada la lectura. Esta anécdota personal, lejos de constituir un hecho aislado, es la expresión más patente del tipo de miradas que se han construido en torno a este trabajo de José Victorino Lastarria. Con esto no pretendemos abogar por la instauración de un clima de autocomplaciencia aniquilante ni por el destierro de la crítica siempre necesaria. Por el contrario. Nuestro objeto es invitar a que precisamente esa crítica sea un poco más humilde y nos permita rescatar lo útil de cada aporte.

        Es cierto que Lastarria no sale muy bien parado después de revisar las páginas de sus Recuerdos. En su afán por reivindicar el protagonismo que otros parecen no reconocerle en la evolución intelectual del país, termina presentado un cuadro carente de ponderación y autorreferente en exceso. A tanto llega su interés que no trepida en maquillarse como una figura en eterna pugna con Andrés Bello, su otrora maestro y ahora símbolo de una reacción que habría pretendido inhibir las primeras manifestaciones de quienes se iniciaban en el camino de las letras, de esa generación que, obviamente, él encabezaba.

        Pero, al intentar deprimir forzadamente la memoria de Bello y vindicar un legado que, a su juicio, los historiadores parecían negarle, el autor daba inicio a esa lectura que actualmente se cierne sobre su obra. Sin embargo, nosotros, desde una perspectiva temporal más amplia que nos permite percibir las evidentes limitaciones que le impuso su objeto, contamos con las herramientas para hacer una lectura más inteligente. Al sacudirnos de la crítica mezquina, vemos que es posible conocer, por ejemplo, la importancia de las instituciones literarias que Lastarria patrocinó, los interesantes retratos de figuras como Mariano Egaña, Simón Rodríguez, Jotabeche o Domingo Faustino Sarmiento, las útiles descripciones y noticias que nos entrega de distintos periodos de nuestro devenir artístico e intelectual, etc. Aspectos que sólo resaltan cuando el lector baja del Olimpo y se dispone a escuchar a quien le está hablando.

        Como ya es costumbre, felicitamos a Lom Ediciones por los interesantes títulos que ha recogido en su colección "Clásicos del siglo XIX y XX". Lamentablemente, continúa incluyendo los cada vez más intrascendentes e inútiles prólogos de Luis Sánchez Latorre, un aspecto que desluce el trabajo editorial.

 

 


RECUERDOS LITERARIOS. José Victorino Lastarria. Lom Ediciones. Santiago, 2001.