LOS ROLLING STONES EN PERÚ, de Sergio Galarza y Cucho Peñaloza

EL PERIODO DE LOS NOMBRES DE ORO

 

Por qué alguien querría leer esto que escribo, por qué a alguien le gustaría saber lo que pasa por mi cuerpo en forma de palabras cuando quien trata de entender las mías traspasa una infinitud simultáneamente incomprensible por sus ojos y oídos cada vez que respira, sin darse cuenta. Por qué tendría que oír cuando dos personas solitarias en un lugar denso como una ciudad moderna, soleada y costera se oyen a sí mismas en los sonidos y ritmos y melodías y ruidos y armonías y palabras que entonan siete personas en un lugar denso como otra ciudad moderna, esta vez nubosa e insular, entender así que cuando la palabra o el sonido se hace escritura o música alguien y yo nos diluimos: no nos importa la lengua, el día, la historia, la juventud o la vejez, no podemos entender cómo pero entendemos. Es una sola vez que respiramos en conjunto, entonces la escritura se vuelve página de internet, diario, revista, libro, manual, código legal como la música se vuelve archivo de sonido, disco, canción de radio, tarareo, silbido y de vuelta una versión anónima en guitarra cuyo efecto hace que haya cuerpos separados otra vez, que se deslinden terrenos, riquezas, naciones, estados de distancia entre unos y otros; cada cual vuelve a adquirir un nombre con su oficio que lo distingue –acá en Lima escriben Sergio Galarza y Cucho Peñaloza, allá en Londres cantan, bailan y tocan Mick Jagger, Keith Richards, Brian Jones, Bill Wyman, Charlie Watts, Mick Taylor, Ron Wood–, luego la pérdida de ese momento colectivo vuelve ineludible que hay una pérdida de la palabra al sonido, del registro a la respiración. Pero no se puede hablar de esa pérdida –como yo no puedo escribir por qué estoy escribiendo de este libro Los Rolling Stones en Perú después de hacer un viaje a Lima con un grupo de personas que admiro– porque las palabras se convierten en nombres y los nombres luego adquieren adjetivos, calificaciones que se degradan en juicios de valor, puntos de vista que son desproporciones, sometimientos, idolatrías, discursos que la literatura deplora a ese periodismo que olvida el cuándo y el dónde: “¿Quién iría a imaginarlo? Los veteranos más difamados y queridos del rock mundial pusieron los pelos de punta a la sociedad limeña del siglo pasado un domingo de verano”. Sergio Galarza y Cucho Peñaloza, narrador y periodista, respectivamente, quieren asir en forma de libro los trece años y millones de kilómetros de distancia que recorrieron los músicos de los Rolling Stones desde Londres hacia Lima, pasando por Salem, Iquitos, Altamont, Berna, Kingston o Cusco. Y si, a cambio, quisieran asir ese tiempo y esa distancia en un sonido, en una complejidad efímera; la literatura busca permanecer y termina hablando de la vejez y la muerte, el periodismo desea el día a día y sin embargo se vuelve un documento para historiadores que confían en que mañana su trabajo servirá. El sonido y el silencio son lo mismo, creo, hasta que asumen una letra para volverse canción. ¿Qué es el periodismo sino un asunto de espacio y de tiempo? Se le llama periodo a un intervalo de tiempo y también a una idea de sentido completo de lenguaje que llamamos oración. Hubo una época –le decíamos noche, fiesta, juerga, algunos angloparlantes le llaman rock– en que si un cuerpo dejaba de serlo se suspendía toda noción de espacio y de tiempo. Y si, a cambio, diera lo mismo que los Rolling Stones hayan estado en Lima o en Nueva York.Y si, a cambio, el periodismo y la literatura se traslaparan y de cada lector surgiera el autor como un doble encarnado, el doppelganger, de manera que en este libro se intercambiaran los  discursos entre el periodista Cucho Peñaloza y el narrador Sergio Galarza, y el cuerpo que cuenta el detalle banal se desocupara de toda subjetividad –de esa ansiedad por ser alguien, por diluirse en un nombre público y una identidad privada adquirida en los pósters de los discos favoritos que cuelgan de los muros del dormitorio, en los pantalones apretados y en las poleras del grupo de rock más masculino, etnocéntrico y comercialmente invasivo–, para convertirse nada más que en un transcriptor del paso del tiempo, tal como entre 1970 y 1980 –periodo que Mick Jagger y Keith Richards, objetos de deseo, espejos y heterónimos de estos autores, pasan lejos del Perú– en este libro no hay vida social y la voz se hace tercera persona, tiempo presente, la síntesis y la autenticidad de quienes han renunciado a toda posible historia del yo porque los proyectos de identidad personal son sólo propaganda, la idea de nación peruana, chilena, occidental, rockera, literaria como cualquier otra no es sincera; nada colectivo puede fundarse en la sinceridad. Finalmente Los Rolling Stones en Perú –como los textos cristianos de los primeros siglos de nuestra era que polemizaban a favor y en contra de la idolatría, de la rendición de un ser humano a otro ser humano– habla de la permanente necesidad de ser otro, del entusiasmo por el teatro de la imitación como proyecto vitalista de quienes no soportan rozar siquiera con la mirada o el oído la certeza del periodo: que nos vamos a morir, que Mick Jagger se va a morir.

          La pregunta es cuándo el silencio se nos hizo insoportable. El periodismo responde con un montón de nombres –no otra cosa es la historia– que buscan poblar una superficie despojada de sentido para el ser humano; al conjunto de rocas monumentales allá arriba lo llamamos Los Andes, en medio de la nada aparece Macchu Picchu y hay que hacer de esa epifanía un destino turístico; si a dos personas cualquiera de repente las llamamos dioses, genios de la historia del rock, inmortales figuras cuando sabemos que se trata sólo de la proyección pulsional con que el oído de un narrador adolescente traduce el arrebato con que una guitarra electrificada lo hace dejar de sentir que una palabra fría como sexualidad no es tal porque su sonido debiera ser breve, entonces un libro y una palabra y un disco y una canción y una música serán el timbre de lo que no tiene fin, porque está fuera del período y de la muerte y de cualquier idea de ajenidad, como una descarga energética que en su fulgor no es el occidente que viene a colonizar el Qosqo construyéndole Lima, que no ve mil veces con codicia el oro cuando se acerca un grupo de personas que hablan otro idioma, y me gustaría poder llegar a escribir aquí por qué leo este libro como una novela donde quisiera volver a pisar esa otra Lima con un grupo de amigos en un torrente de energía física que no es lenguaje, que me acerca sin nombre y en la madrugada a la enormidad de roca que llamamos cordillera y que está bien lejos de Lima, ese sueño de oro antiguo para quien está en Santiago y camina entre gente que apenas emite palabra pero se cuenta historias donde allá en el norte son puros indios y los indios son gente que no somos nosotros porque vivían como animales: en el presente, sin período, sin adoración.

 


Los Rolling Stones en Perú. Sergio Galarza y Cucho Peñaloza. Editorial Periférica. Cáceres, 2007.