LA PESQUISA, de Juan José Saer

NOVELA POLICIAL FRÁGIL

 

la_pesquisaJuan José Saer le dedica su novela La Pesquisa a Ricardo Piglia. No es de extrañar. Los dos pertenecen, singularmente, a la avanzada de la narrativa latinoamericana que se guareció en la más rigurosa academia francesa o norteamericana antes de salir al descampado de nuestra novela posterior al boom de los sesenta, para así no extraviarse. La idiosincrática latinoamericana, donde ha fundado sus poéticas sobadas cada copista de García Márquez, de Vargas Llosa y de Donoso, ahí también se ubican Saer, Piglia, Aira, Rey Rosa, Villoro o Bolaño. Cómo no. Simplificando olímpicamente los matices de cada caso, puedo afirmar que Isabel Allende y Saer pretenden lo mismo: rehacer la novela, narración eminentemente occidental, razonada y enfática, según la medida de esta zona de confusas superposiciones que llamaríamos latinoamérica. La diferencia fundamental es de exactitud, al decir de Ítalo Calvino. De tanto que el narrador de Allende desea La historia, así con mayúsculas, uno termina desleído en El arquetipo, La aventura y La explicación general. Una experiencia de desintegración.

          La novela de Saer, por el contrario, parece aspirar solamente al encuentro de las palabras exactas que establezcan en propiedad un sólo detalle de la existencia de sus personajes. El narrador transita, de manera lenta aunque inexorable, desde un alboroto exterior (la resolución de un famoso caso criminal parisino) hacia una intimidad inmóvil (la amistad de Pichón Garay y Tomatis). Acaso aquí la virtual relación de Saer con Robbe-Grillet y la nouveau roman rinde fruto: la lógica descriptiva está aplicada con tanto rigor que destruye su propio efecto, la exterioridad. Poco conoce el lector del detective Morvan y del policía Lautret, del Gato Garay y de Pichón Garay, de Tomatis, Soldi o Washington, sólo sus datos objetivos: edad, estado civil, domicilio, antecedentes familiares. Saer hace apenas alguna concesión al discurso subjetivo de los personajes. Sin embargo, transcurrida la lectura, éstos se vuelven cercanos, entrañables, existentes, y todo logrado mediante la representación de sus gestos, de sus miradas y silencios.

          La suma de esos elementos y el uso certero de la elipsis por parte del narrador logra que la construcción de esta novela policial sea absolutamente novedosa. Pocas veces el género policiaco ha podido soslayar el frío de los ambientes especulativos y policiales; en La pesquisa, el juego de exhibir y ocultar determinados detalles es tan preciso que logra la disolución de exterioridad e interioridad, acción y personajes, en una cálida atmósfera de incertidumbre personal. Una incertidumbre que, aunque íntima, es la condición de toda novela detectivesca. Queda, para experiencia de integración, la fascinante continuidad que se produce entre los cuatro niveles narrativos de la novela. La contemplación mutua entre Pichón y Tomatis es recíproca a la contemplación de Morvan y Lautret, de Soldi y Washington. El misterio de cada pareja expresa lo ínfimo, la lucha del personaje contra sí mismo, como también lo supremo.

 

 

 


La pesquisa. Juan José Saer. Editorial Seix Barral. Buenos Aires, 2000.