¿HACER EL AMOR?, de María Luz Moraga

"LA HISTORIA DE SIEMPRE": EL AMOR

 

hacerelamor1¿Hacer el amor? de María Luz Moraga (nacida en 1945) es el escepticismo frente a un tópico recurrente: el amor. Difícil acercarse a él después de siglos de historia y de construcción de un discurso ¿Cómo lo hace la hablante? Apelando continuamente al cuerpo como canalizador de un discurso femenino resentido y a veces repetitivo frente al logos del hombre, una reproducción y construcción cultural infinita que propicia el surgimiento de un lamento literario redundante.

        Al inicio imágenes algo cursis copan el poemario: "Imagino tus ausencias/ en el fondo de un lago". Pero cómo no, si en lo esencial el amor intenta mostrar una pulcritud explícita en sentimientos sublimes. Por el lado de lo meloso aparece lo cursi como reproducción del discurso eterno del hombre por sobre la mujer, pero luego, por el lado de la fractura, emanan esbozos de queja por medio del lenguaje distanciado de una poesía casta. Por ejemplo en el poema "Acto sexual" -"OFERTA: 3 cuotas precio contado/ no esperes más/ disfrútalo hoy"-, o en "Hotline", se recurre a la publicidad erótica que aparece en prensa sin lograr encender los ánimos de la lectura. Sin embargo el discurso de este poemario va colocando en tela de juicio la construcción cultural que se hace del amor entre el hombre y la mujer, en su microespacio, en sus vidas rutinarias que después de un tiempo se erosionan y colapsan. ¿Cómo se va hilando este enjuiciamiento? A través de una hibridación de los elementos de la cultura, poniendo en una juguera la sublime poesía con la burda publicidad de los medios de comunicación masiva. Esta mezcla, que se ha transformado en un hábito constante en la poesía -y que cuando no es tan evidente logra efectos interesantes-, impide leer un discurso lúcido que ponga en jaque lo establecido, debido a que el efecto de imágenes y metáforas se hace explícito y pornográfico -entendiendo esto último no como juicio moral, sino como imágenes que muestran sin esconder o velar partes de ese discurso nuevo que emana desde la ruptura con lo anterior. En este caso, la mezcla rupturista de discursos se torna periódica y monótona, no logrando incomodar al lector que ya se va acostumbrando a estos juegos y ritmos. El poemario ofrece constantes diálogos con lo pornográfico, tanto en imagen como en palabra que muestra todo: "a lo lejos/ una vagina chorrea semen fétido/ con enigmas fatales/ son señales que habrá que descifrar". Sin embargo, este diálogo no logra alumbrar ningún camino preciso; de hecho cae en poemas como "Internet", que bien podría formar parte de una historia melodramática de aquellas que relatan las radios o la televisión: una mujer observa a su hombre deleitarse con una mujer ofrecida tras esa pantalla por internet. Así lo pornográfico, que muestra lo evidente, se mezcla con lo global -la internet, que ofrece todo lo que un sujeto anhela, ahora ya. Búsquedas interesantes, pero que no obstante carecen de efectividad tal que dé un verdadero giro al diálogo sobre el amor.

        ¿Hacer el amor? es una interrogación frente a un tema más que abordado, lo que no refleja problema, aunque no logra ser una contribución concreta que trice lo ya dicho sobre el amor de mujer que despierta ante el machismo masculino. La queja se hace evidente en la incesante búsqueda de imágenes que intentan proyectar una mujer que vio la luz y se cansó del hombre que tuvo a su lado por años. No obstante, no todo es lugar común en este poemario. En ocasiones surgen poemas y en otras versos que dan en el centro, o lo intentan, de la búsqueda por eludir los lugares comunes. El poema "Tanatos" ofrece imágenes de mejor calidad: "Me comunicaron tu muerte/ me enteraron que habías muerto de muerte". Se busca, en la agramaticalidad del "me enteraron", desenfocar la situación del hablante, quien toma una posición distinta a la lástima frente al sujeto que la desalienta: "He orado para que no te levantes de la tumba". A la vez, es posible leer otros poemas con estrategias más efectivas que la ruptura del porno, como se aprecia en la imagen ingenua que se quiere reclamar desde el poema "Por culpa de los hermanos Grimm"; imagen cándida que forma parte de la génesis discursiva en la cual la mujer se vería envuelta desde que creyó en los cuentos de niños, lo que finalmente desembocó en el cuento del amor: "Nuestro error fue el de siempre/ para hacernos las cosas más bonitas/ recurríamos a los relatos infantiles". Es un discurso en el que se depositaron sueños e ilusiones, pero hoy emanan de él hastío e inconformidad, o simplemente la costumbre. Esta última se refleja en la rutina y en la sonrisa fingida: "Al otro lado de la costumbre veo/ una foto en sepia con nuestra sonrisa petrificada".

        Se puede concluir que no estamos frente al poemario que rompió con lo establecido y ofreció una nueva reflexión ante el tema del amor, sino frente a un intento de quiebre que se queda en la reproducción de algunos discursos y formas conocidas. Tal vez, sin haber caído en el intento de mostrar explícitamente un acto de ruptura, mejor hubiese sido seguir la línea de la ironía mostrada en "Por culpa de los hermanos Grimm", o en el poema que se va construyendo a pedazos a lo largo del poemario: "La historia de siempre". Esto le hubiese dado un tono más amargo y resignado que la obstinada tentativa por mostrar desgarro y dejos de furia frente a un lector. De esta manera, como se construyó este poemario, más que la duda frente a lo establecido terminó siendo "La historia de siempre": el amor.

 

 


¿HACER EL AMOR? María Luz Moraga. Colección sexo XXI. Santiago, 2004.