PALABRAS: PRETENDER EL FUEGO
Frente al fuego, no dentro de él. Tampoco la incandescencia del que se contempla arder, ni las mejillas sonrosadas del pirómano. Estos poemas quieren bordear la intensidad, buscan una vivencia erótica o comunicativa -utilizo deliberadamente estas palabras amplias-, poderosa, pero no lo consiguen del todo. El entusiasta prólogo de Zurita prepara al lector para una experiencia que no ocurre; decir "Frente al fuego es un primer libro que está destinado a marcar un momento singular de la poesía chilena" parece, depende del prisma, antojadizo o irónico.
No intento dejar caer un juicio demasiado lapidario. Rosario Concha tiene, en efecto, buenos momentos poéticos, destellos; pienso en el primer poema del libro, "al abrir los ojos": "si la luz es nombrar todas las cosas/ nombremos todos los puntos de cielo". Otros versos también irrumpen con belleza, de pronto, a lo largo del libro. Mas el conjunto del texto resulta irregular y opaca esos momentos -en lugar de sostenerlos, como debería ocurrir. La gráfica del libro tampoco resulta convincente; las fotografías -tres-, al margen de su relación con los textos, muy relativa -está bien que sea así- no consiguen sostener las divisiones que establecen al interior del texto -hay una fotografía para cada una de las tres partes del poemario: "contemplación, "tu costado abierto", "reposo".
Releo lo escrito anteriormente y siento que la crítica que efectúo es, de algún modo, feroz en demasía. Las Ediciones del Temple hacen el esfuerzo, sin duda heroico, de publicar poesía -de por sí nada rentable- y, encima, de escritores noveles. Rosario Concha, por su parte, dista de ser una poeta desprovista de talento. Quizá -especulaciones- el problema estriba en la selección de textos, que apunta al lugar común de lo que debe ser la escritura femenina. Vuelvo al prólogo de Zurita: los versos que él destaca son, precisamente, los que parecen conformarse a la mujer en tanto que amante, los versos que aluden a un tú masculino o que se construyen en torno a la feminización del hablante. Por supuesto, eso en sí no tiene nada de malo -basta recordar a Gabriela Mistral-, pero puede tornarse limitante y cliché. Es peligroso jugar a la fabricación de una persona poética exclusivamente en esos términos, especialmente cuando la voz de Rosario Concha se percibe más plena en otros registros.
FRENTE AL FUEGO. Rosario Concha. Ediciones del Temple. Santiago, 2001.