FIERAS, de David Jofré

MUERTE, FAMILIAS, VISCOSIDADES

 

Al empezar a leer este libro antepongo una cita del cuento «Las fieras» de Roberto Arlt: «Lo dificultoso es explicarte cómo fui hundiéndome día tras día». Ese breve y bello relato de cataclismo vivencial de un sujeto clama en mi lectura de Fieras de David Jofré, un libro de cuentos con bestias, monstruos y fieras humanas, en su mayoría ad portas de la muerte o cercanos a hundirse y tocar fondo por su fragilidad latente. Lo interesante de la forma de narrar de Jofré –entiéndase su acierto, valor, rasgo positivo y/o sobresaliente– es que relata lo que hay que relatar. Divaga, sí, pero es concreto al momento de cerrar los cuentos. Es disgresivo, sí, pero anota convergencias entre cuentos que urden una lectura global: la extinción que merodea a los personajes, las parejas en estado de quiebre, las familias en descomposición, algunas bestias que aparecen. Esta urdiembre pasa por la muerte, la muerte de Palacios, suerte de leyenda poética en el cuento «Ácaro violento»; la muerte real o imaginaria que se presenta como disyuntiva entre la voz narrativa y su objeto de odio en «Bífido»; las muerte por tres puñaladas que el narrador de «El color de la noche» debe darle a Manuel Alberti; la muerte que humilla a la anciana que protagoniza «A cortinas cerradas»: «sentía el peso de la muerte arrebatarle toda esa calma que le costó tantos años conseguir».
           Quizá esas bestias aludidas por el título del libro son precisamente las formas en que la muerte aparece imaginada, tal como en el relato «Noche de pulgas» «no tardó en saberse que había un chico muerto en la trece, todos los rumores acusaron a Julios L. Schamalz de asesino, de demonio, de inmigrante nazi y bestia anticristiana». Quizá las fieras sean las familias, que se agazapan en «Hilo negro» o en «Las réplicas». Quizá no sea posible distinguirlas entre los tonos grises y lúgubres que tiñen la atmósfera de los cuentos, con el tango «Adiós Tonino» de fondo, una cinta de Luca Prodan o –como en «Fiesta pagana»–, canciones de los Rolling Stones, Bjork, Leonard Cohen. En varios cuentos se extiende también un estado viscoso, descompuesto de las cosas: los olores que emanan del padre enfermo en «Hilo negro», el sueño del Gringo en «Make up honey», donde «nada […] horroriza más que lo que va a ver a continuación: su cabello rojo, rojo como la sangre, húmedo como la sangre, goteando líquido espeso que escurre por sus brazos y sus dedos, forma una poza inmensa donde flota la cabeza de lo que pareciera ser […] Honey, su payasita muda».
           Justamente el cuento «Fieras» cierra el volumen con una convocatoria de los motivos que, digresivos o convergentes, fueron estructurando la cadena de cuentos previos: muerte, familia, bestias, viscosidades. «La familia lo es todo», comenta el personaje de una anciana a la protagonista Claire, en su viaje rumbo al funeral de su padre. En New Orleans arrienda un departamento «con olor a sucio», luego se reúne con su hermana y su cuñado, finalmente la reunión deviene animalidad y antropofagia familiar: fieras. Como en el cuento de Arlt, los personajes de Jofré también parecen ir en caída libre hacia la oscuridad vivencial hasta tocar fondo. Exacerban la perturbación de sus vidas, rozan y palpan la muerte misma para seguir vivos.

 

 


Fieras. David Jofré. Contracorriente Ediciones. Santiago, 2010.