EL NOVELISTA PERPLEJO, de Rafael Chirbes

LA INUTILIDAD DE LA LITERATURA

 

el_novelista_perplejoNo he leído ninguna de las seis novelas del español Rafael Chirbes, ninguna de las que aparecen nombradas en la contraportada de su libro de ensayos El novelista perplejo. No las he visto comentadas en ninguno de los dos o tres folletos literarios nacionales, ni tampoco he podido examinar alguna de sus crónicas periódicas o literarias, ya que aparecen en diarios madrileños o valencianos. No me lo nombraron en las exiguas clases de literatura española contemporánea que tuve en la universidad. Recuerdo sí, a propósito, una cita poco rigurosa a Montaigne en boca de un profesor, usada para definir ensayo literario: se trata de un yo que se somete a cuestionamiento. Estoy a punto de preguntar si existe alguien acá en Chile que haya leído una novela de Rafael Chirbes, pero antes de negar el énfasis de los signos de interrogación comprendo que esa distancia que existe entre las referencias intrínsecamente españolas del yo que se ha sometido a cuestionamiento de la escritura de Chirbes y mi recepción parcialmente chilena, del yo que la está leyendo, esa distancia es insalvable en el periodismo, pero no en la literatura.

            ¿Alguien en Chile ha leído La caída de Madrid, la novela de Chirbes donde del formalismo escatológico del pintor Francis Bacon emerge la figura de un personaje, un torturador asustado por la muerte del dictador Franco? No importa, la comparación entre la pintura de Bacon, el horror de la represión política y la colisión de realidades que es toda novela me parece suficiente. Porque la importancia de las preguntas que están en la base de cada uno de estos ensayos es la misma en Valencia como en Santiago como en Leningrado: ¿es necesaria la literatura en la sensibilidad de nuestro tiempo? ¿Aún una novela crea una realidad? ¿Entonces, cuál es el grado de responsabilidad de un escritor? De modo que la multitud de referencias en cada uno de los ensayos se vuelven ficción para los que no las comprendemos, los que no hemos leído esas obras de Pilniak, Marsé, Zúñiga, Blasco, Aub, Galdós, Martorell, Goytisolo, Celine, Drieu, se hacen parte de un mundo cuya historia ignoramos, pero no sus reglas de funcionamiento.

            Incluso si después de leer El novelista perplejo viniera un editor, un periódico o un autor a decir que Chirbes era el heterónimo de otro españolísimo ensayista que nunca escribió novelas, que se trataba de una jugarreta maxaubiana, esa sí sería una novela inútil. Que el ensayista sea español o catalán, traductor o novelista, escritor masivo o que nadie lo lea, no cambia en nada la intensidad con que logra transmitir su descubrimiento de juventud: que no era que el arte había superado a la realidad y las vanguardias eran la evolución hacia niveles más elevados de expresión, como el futurismo, el arte abstracto y la novela sin argumento, sino que desde Estados Unidos se dirigían operaciones millonarias para imponer un modo de ver el mundo opuesto al realismo social y materialista de la Unión Soviética. Yo nunca había leído una mejor explicación de las horrendas concomitancias entre arte, revolución y conservadurismo que el análisis de la obra de Max Aub que hace Rafael Chirbes. ¿Es necesaria la literatura? Chirbes recoge la frase de Aub: "El planteamiento de los problemas de realidad e irrealismo me ha tenido siempre sin cuidado, me importan la libertad y la justicia".

 

 


EL NOVELISTA PERPLEJO. Rafael Chirbes. Editorial Anagrama. Barcelona, 2002.