CHILENOS EN PARÍS, de Alberto Rojas Giménez

LA DESAPARICIÓN DE LA CORDILLERA

 

chilenos_en_parsHasta esta publicación, ¿dónde estuvo escondida la obra de Alberto Rojas Giménez? Bastó que un narrador chileno se despojara de verbosidad y se ocupara, con particular precisión, de construir personajes encantadores para que su trabajo desapareciera de todos los manuales de literatura. Ojalá me equivoque al suponer que este delicado trabajo narrativo de Rojas Giménez se olvidó cuando se exaltó su célebre poema Carta Océano, primer mensaje embotellado en esa vastedad que fue la poesía chilena del siglo veinte. Pero es cierto, mal que me pese, que desde el llanto de Neruda y la mitificación de Teillier, Alberto Rojas Giménez se fosilizó en un lugar común: el poeta maldito que viene volando. Muy distinto a la frase con que él mismo define lo que sería su obra soñada: "un libro anecdótico, risueño, pintoresco (…) en una tinta de color suave y alegre como el que crea el sol al fondo de los vasos del aperitivo, en estas alegres tardes de primavera" (79).

La reedición de Chilenos en París es un acierto editorial. Que un libro supuestamente perdido vuelva de la muerte supondría un triunfo macizo de la verdad, como si el propio autor tuviera una segunda oportunidad para mostrar que su figura nunca debe ser simplificada en nombre de la épica cultural de otros. En Chilenos en París, Rojas Giménez tiene la oportunidad de contradecirse a sí mismo, volverse complejo y múltiple. El vate romántico que impuso la melancolía de la infancia, la capa negra y la salvación por la metáfora que aún sirven en nuestros días más nerudianos, recibe a otro Rojas Giménez, pleno de ingenio lingüístico, extasiado por el ritmo y el fragmento de la cotidianidad.

A partir de las viñetas de Chilenos en París, dificilmente afirmaremos que no hay humor en la tradición narrativa chilena. Bien sugiere Teillier en su ensayo, casi al pasar, que Jenaro Prieto, Edwards Bello y Rojas Giménez demuestran cómo los espíritus negros abandonan a nuestros cronistas cuando logran escapar de las fronteras natales. Sea Bolaño o Edwards o Donoso, el narrador chileno, una vez que comprueba la desaparición de la cordillera, comienza a reírse.

 

 

 


CHILENOS EN PARÍS. Alberto Rojas Giménez. Editorial Universitaria. Santiago, 2001.