DESGRACIAS Y GRACIAS PARA UN DEBUT
"Espero no haberte aburrido en exceso en mis dos cartas anteriores. Mal podía evitar la tentación de dilatar cada tema: aquí me es imposible conversar sobre mi vida pasada y siento que -de no mantener contacto contigo- podría disolverme en este estático presente de provincia. […] Intentaré construir entonces un relato guiado más por la cabeza que por los sentimientos". Generalmente no abro los comentarios de libros con citas, pero creí que esta podía explicar mejor la posición adoptada por el protagonista, quien escribe cartas para contar lo que le sucede y cómo se va hundiendo: ve en la escritura la posibilidad de sudar lo que no puede en su día a día. Si lo hace más con la cabeza o con los sentimientos, es tarea del lector concluirlo.
Caído en desgracia, de Mauricio Hasbún (1969) es una novela epistolar que relata el aparente ascenso y caída profesional de Jorge Ogarian. El narrador personaje nos introduce en el mundo del periodismo en los años noventa y su relación con quienes ostentan el poder de informar. Al leer esta novela -la primera del autor- no puedo dejar de pensar en El arte de callar de Roberto Brodsky. Ambas esbozan el mundo del periodismo, con personajes que terminan dudando del lugar que ocupan. A la vez, ambas tienen como contexto político y cultural los años noventa. ¿Cómo sortean el ejercicio? Brodsky, con un poco más de oficio -dado en parte por sus dos novelas anteriores de esa misma década, El peor de los héroes y Últimos días de la historia-, logra dialogar con los mundos lúgubres de la política y los negocios que alrededor de ella se practican. Lo hace inventando nombres y recurriendo a otros verdaderos, consiguiendo una mezcla satisfactoria para el lector que va apreciando el proceso de silenciamiento del Bobe, uno de sus protagonistas. En el caso de Hasbún, quien aborda el tema del poder de quienes son dueños de la prensa escrita, se entrampa al explicitar el mundo que intenta reconstruir. Por ejemplo habla del señor Dull, dueño del diario Economía y jefe del personaje Ogarian, quien descubre que fue dueño del barco mercante Navarino -propiedad de Transportes Marítimos-, el cual sirvió el año 73 de prisión y lugar de tortura. Así construye, de reojo, la figura omnipotente de Ricardo Claro y el idéntico caso de la Sudamericana de Vapores, pero resulta tan evidente que no logra denunciar, si no lanzar golpes al aire de algo que sabemos hace años, sin aportar una nueva mirada y reflexión. Es decir, no hay ironía ni tampoco valentía. Además, construye analogías con rencillas políticas en la Alianza, las cuales resultan bastante cándidas. A diferencia de Brodsky -y aunque sea odiosa la comparación-, Hasbún no logra fluidez y soltura al hablar del tema del poder y de la caída de los pesos pesados que lo ostentan. Esa es en parte la desgracia.
Sin embargo, se pueden apreciar varios aciertos o gracias en la narración. La novela está bien escrita, no se puede negar, y logra crear el efecto de caída del protagonista, Jorge Ogarian, quien con cada acción ejecutada termina ganándose un enemigo. Otro acierto, aparentemente nimio, es Ogarian escuchando a Charles Aznavour, quien le permite encontrar una cadencia a su desventura. Igualmente, la creación de otros personajes opuestos en valores e ideales a él permite al lector descansar de la primera persona en constante caída, proponiendo a la vez otros colores al mundo creado. Por ejemplo, Magdalena, quien Ogarian teme que esté detrás de cada decisión errónea adoptada. También está Haddad, periodista experimentado que se va transformando en referente de admiración -le gusta Leonardo Fabio, detalle bien trabajado-, pero a la vez de rechazo visceral en momentos de angustia: "¿de dónde saliste tan preocupado por el tema de los derechos humanos, si vienes de una familia que no forma parte de las víctimas? Si creo que hasta del cura Haddad eres pariente". Con esta escena Hasbún pone de manifiesto un demonio personal que deja en claro en su blog[1], logrando posar a ambos personajes en distintos espacios.
Las gracias de esta novela pueden sobreponerse a las debilidades del mundo del poder que intenta reconstruir. Sin embargo, independiente de las gracias o desgracias que tiene esta novela, habrá que esperar el próximo trabajo de Hasbún para conversar sobre su propuesta literaria.
CAÍDO EN DESGRACIA. Mauricio Hasbún. RIL Editores, Santiago.
NOTAS
[1] "¿Es algo del curita? Es la típica pregunta de las señoras bien intencionadas. A veces, por escandalizarlas, les digo: "sí, es mi padre". Las veteranas ponen los ojos en blanco como pidiendo el auxilio del Santísimo. Pero no, no soy pariente del curita (al menos espiritualmente que es lo que importa) ¿Y la sangre?, bueno, la sangre es un detalle. Cada uno es -a la postre- pariente de sus propios actos. Con todo, en este humilde blog rindo homenaje a Raúl por ser el único -junto a Hermógenes- que no se ha renovado y eso, en un país sin memoria, es un gran mérito." (mauriciohasbun.blogspot.com/2005_06_01_mauriciohasbun_archive.html)