PASIÓN POR EL ORDEN
En tiempos donde se habla de globalización, de interdependencia y de la paulatina disolución de las clásicas fronteras, resulta lógico que algunas miradas se concentren en el estudio de la historia para comprender la naturaleza del proceso que estamos experimentando. De una u otra forma, los desafíos planteados por nuestra época nos obligan a analizar desde un nuevo enfoque aquellos aspectos fundamentales que nos definen como sociedad y en los cuales nos apoyamos para enfrentar un escenario en constante modificación. El ejercicio parece bastante claro: mientras más fuertes son las voces que claman por la integración al sistema-mundo, más urgente resulta comprender quiénes somos y cuál ha sido el camino que escogimos para llegar a serlo.
Es por eso que Andrés Bello: la pasión por el orden constituye una obra sumamente valiosa. En lo medular estamos frente a una biografía que logra presentarnos magistralmente la vida y obra de aquel sabio caraqueño que tanta influencia tuvo y tiene en nuestra historia. Gracias a un intenso y profesional trabajo documental, el autor articula un relato que intenta conectarnos con los principales momentos de la existencia de este personaje: sus años de formación en Venezuela, la dura estadía en Londres, su llegada a Chile y el notable papel que jugó en la construcción de nuestras instituciones. Pero no se reduce a eso la virtud de este trabajo. A través de Bello, Iván Jaksic nos muestra a toda esa generación que experimentó uno de los cambios más radicales en nuestro devenir continental: el paso de colonia a república. En su ejemplo se proyectan miles de historias de hombres que tuvieron que buscar un espacio luego del complejo escenario que se abrió desde 1810. Y es que a veces se nos tiende a olvidar lo dramático que fue para muchos americanos tomar parte en un proceso que se planteó como un desafío adaptativo de enorme trascendencia. La mayoría de ellos fueron personajes educados en un mundo colonial, muchos formaron parte del aparato administrativo del imperio, como Bello, y obviamente debieron generar lealtades sinceras con el sistema que integraban. La disolución de ese mundo puso en entredicho sus identidades al minar los fundamentos de sus convicciones y al alterar profundamente las bases sobre las que se sustentaba su posición social. Era, en suma, el derrumbe de una construcción cultural. Por eso este libro puede llegar a convertirse en un clásico: nos muestra a un ser humano -ese que hoy somos nosotros- que lucha desde su identidad para acomodarse a una realidad difícil de comprender cabalmente.
Tal como lo indica el título, la divisa escogida por Bello fue el "orden". Y esto, que a simple vista puede sonar a reacción colonial, es el más genuino fruto del diagnóstico realizado por nuestro personaje ante el escenario que debió enfrentar: si la tónica predominante era el cambio, él se esforzaría para que éste se realizara de la forma menos convulsionada posible. Su labor consistiría en mantener siempre abiertos los puentes entre la nueva realidad y el pasado colonial. El orden era el antídoto a la inminencia del caos, era la forma en que su propia vida podía seguir teniendo sentido en un nuevo mundo. Y si de proyecciones se trata, sólo basta recordar cuál ha sido el argumento que constantemente han citado nuestras autoridades en su vanidoso intento de distinguir a Chile dentro del concierto latinoamericano: "somos un país ordenado", se dice, "una nación donde las instituciones funcionan". Sea cierto o no, así nos presentamos ante nuestros pares. Y parece que así queremos ser recordados.
ANDRÉS BELLO: LA PASIÓN POR EL ORDEN. Iván Jaksic. Editorial Universitaria. Santiago, 2001