TRADUCIR DETRÁS DE LA MUERTE
The Seafarer, la más hermosa elegía anglosajona del siglo IX, al decir de los expertos, es presentada en una edición acabada al mismo tiempo que breve. Precioso mérito el de este libro, en tiempos en que la disyuntiva principal parece ser intensidad o permanencia: justamente el conflicto que reúne en un sólo volumen las palabras de cuatro poetas agobiados por un dolor particular ante la infinitud, que todo lo borra. Cuatro seafarers hablándole al rugido del océano: la voz del escritor anónimo que recogió el poema en el Libro de Exeter, la de las traducciones de Michael Alexander y Ezra Pound al inglés moderno, y la de Armando Roa Vial en nuestro castellano.
Los prosistas que comentan el poema prefieren permanecer en tierra para contemplar la zozobra sin peligro. Sin comprometerse demasiado en la forma del poema, Damaris Calderón echa un vistazo sobre el misterio inefable que se cierne sobre estas lamentaciones anglosajonas tan contemporáneas. Volodia Teitelboim, por su parte, entrevé y recalca sólo la necesidad de no olvidar los nombres de los héroes caídos. Pero pierde de vista que esa salvación por la memoria, tan manida, tarde o temprano naufraga junto a los compañeros, el deseo, los placeres de la vida. Incluso se hunde en la tormenta la propia elegía: "Corazón para el arpa ya no tengo".
Cada uno de los ilustres traductores que participan del título de este libro permanece de pie, tambaleándose en la superficie del barco de nuestros asuntos particulares. El olvido de los nombres de aquellos más valientes guerreros y la pérdida de reinos, de tierras, y del amor de alguien. Las caminatas por la playa de Santo Domingo de un padre y su hijo a la hora del crepúsculo. La vanidad -por no decir la estupidez- de los que creen que se salvarán por el dinero. La tradición y traición de las palabras cuando digo todo esto. De pie, tambaleándose, cada voz separada de la otra por años y siglos, por naciones, apellidos y cultura. Atrapados por las necesidades de nuestro tiempo, "como atados a heladas cadenas", pero todos mirando al mismo océano. El de la muerte. El "In Memoriam: Armando Roa Rebolledo (1915-1997)" que introduce el libro establece la relación entre Armando Roa Vial y los seafarers anteriores. El traductor con ellos no comparte las palabras ni tampoco los años, pero sí aquello íntimo e inmenso. La presencia de la muerte y de quien superó la muerte está detrás incluso de lo que pueda llamarse el significado de las palabras. Sólo así es posible suspender el perpetuo logogrifo de la traducción, para entender sin escándalos esta sucesión:
Mæg ic be me sylfum soðgied wrecan
Journey´s jargon, how I in harsh days
At an oar´s end clenched against clinging sorrow
Refugiado en mi nave carcomida por el estío.
EL NAVEGANTE (THE SEAFARER). Anónimo. Traducción, prólogo y notas de Armando Roa Vial. Editorial Universitaria. Santiago, 1999.