DESDIBUJAR EL LUGAR COMÚN MEDIANTE CRUCES
Pensé en las
alusiones religiosas en el nombre de Francisco María Arouet hasta enterarme de
que ese era el nombre de Voltaire. Sin embargo, eso no vuelve necesariamente
disparatada la primera analogía. Los cruces que se producen en un texto, pienso
de inmediato. En este caso, un epígrafe de Pessoa -el de los muchos nombres y
los muchos rostros- para un libro de poemas atribuidos a Voltaire (hay que
recordar que Voltaire de cuando en cuando iba a parar a prisión por sus
escritos satíricos). Escrito por Juan Cameron. Con textos que hablan de
Ezequiel, de Constantino Kavafis (Cameron escribe Kabaphes), de Auschwitz, de
París, y también del Fisco, de la palabra poética, de la constelación de Osiris.
O de transhumantes personajes tal vez inventados, aunque verosímiles; Amada
Egaña en Copenhague, Sergio Badilla en Estocolmo, etc. Entre los versos atribuidos a Arouet (primera
parte del libro), los otros
(segunda), y los textos desclasificados
(tercera parte): ¿cuánta pregunta coloquial, en tono menor, sobre la identidad
(palabra usada hasta el hastío, pero nada baladí), sobre el otro? No sé si sea
el tema de la identidad el mayor mérito de este libro meritorio -un mérito
logrado en la estructura del texto, más que en los poemas mismos. Cameron, al
tratarlo, evita caer en la grandilocuencia, pero en ocasiones no consigue
eludir el lugar común; en "Ritornelo", la paráfrasis del habla cotidiana de
algunos personajes se hace obvia (pienso en el fragmento "dice Rafaela").
Me gustaría destacar algunos versos, algunos poemas que consiguen clavarse en el que lee. Pienso en en "Los textos del escriba", en algunos versos hermosos de "Canción de despedida", donde Cameron batalla con el difícil tema de la muerte esquivando las cursilerías y los tópicos demasiado manidos ("Las amapolas crecen salvajemente este verano […]/ Habrás cortado algunas digo no éstas/ Antes/ Y alguna vez te habrás detenido a contemplarlas"). También en el impecable primer poema del libro, "Hijo de sastre", en el que el hablante dirige la ironía -presente en todo el libro- hacia la misma condición humana.
Poemas en tensión, me parece, que libran una batalla oscura entre la parodia y la tristeza, la reflexión metalingüística y el código cotidiano, el yo y el otro, lo vulgar y lo nostálgico, pero de una manera poco enfática. Al tiempo que menciono estas polarizaciones, veo que en cierto modo fuerzo, invento categorías que, si bien están en el texto, también parecen haber sido deliberadamente desdibujadas, haber sido planteadas más como cruces, más como encuentros, que como oposiciones: "A veces en ese verde prado era blanca la estepa/ y las ramas apenas dibujaban las líneas contra el edificio."
VERSOS ATRIBUIDOS AL JOVEN FRANCISCO MARÍA AROUET Y OTROS TEXTOS DESCLASIFICADOS. Juan Cameron. Lom Ediciones. Santiago, 2002.