TRAMA Y URDIMBRE, de Matías Celedón

LA TEXTURA ESTÁ HECHA PARA LOS DEDOS
 

trama_y_urdimbre1El mero hecho de que a uno le hablen transforma una parte de lo desconocido en eso que no lo es, una voz particular que puede guiarnos por el rumor oscuro, indiferenciado que llamamos mundo para reducir a una palabra su enormidad: los muertos sólo quieren desconocer, la montaña se interesa nada más que por el sol y por las nubes, un manojo de carne con pelo, con sangre entre la multitud se vuelve cara, risa, voz porque le entrega a uno un nombre reconocible que unir a los nombres propios y pronunciar de vuelta que de lo misterioso, la vida, que de la vida, la palabra, que de la palabra, la escritura, que de la escritura, un libro.

        Debe ser una de las formas más antiguas de entender, sin siquiera hablar seguramente un grupo de seres humanos teníamos frío, quedaban tiras del cuero de alguna presa en el suelo, quizás hojas largas y delgadas de cierta planta que algunos dedos hábiles fijaron verticalmente, distanciadas, sintiendo que ese orden inútil era el rumor oscuro mientras las tiras no se tocaran, pero que si las cruzábamos con otras ya no se trataría de asuntos separados, sino de un conjunto que podría tomarse desde cualquiera de sus partes, flexible, unido como la piel de cada uno de nosotros pero más grueso, abrigado, ajeno, práctico. Si esa sensación nació como una imitación de nuestro cuerpo, si aquella persona que la mostró recibió sonrisas, gritos y palmetazos que la felicitaban, si cuando les enseñó cómo hacerlo pensó que cada movimiento que los suyos aprendían se parecía a una hebra que se entrelazaba con otra, la ropa no es un objeto inerte, ni mundano el acto de vestirse.

        Como en la imaginada revelación de que el mundo no es un lugar helado ni hostil si estamos bien vestidos, es tan fascinante entender cuán ligados parecen el tejido epidérmico, el tejido social y el texto como difícil decirlo; de la misma manera ridículamente parcial con que le explicaríamos a un egipcio de la undécima dinastía qué es un pantalón refiriéndonos a la ventaja de sus bolsillos, se podría leer un estudio sociológico de la vestimenta donde aparece una sola vez el vocablo cutis, o interpretar una versión del juramento hipocrático que un cirujano plástico tuviera la idea de escribir en los pómulos y labios de una ambiciosa animadora televisiva. Trama y urdimbre, la novela de Matías Celedón, tiene el mérito de no seguir una sola hebra del tejido: esa mujer que trabaja mal cosiendo se construye en relación a su hijo de facciones maltratadas y luego remendadas, quien existe porque una mujer ociosa toma el té cuando le cuenta a sus amigas las desventuras de la costurera, y esta señora está ahí porque su hijo adolescente, deforme, sigue encerrado en una pieza, con su pene erecto, esperando el momento para abusar de alguien aún más débil. Las figuras verbales que se relacionan con el acto de tejer, de coser, de entrelazar pueden multiplicarse si uno intenta describir -justamente- los motivos y la tesitura de esta novela; sólo me remitiré al ámbito de su narración para precisar que "urdimbre" es el material pasivo, desintegrado, los hilos transparentes de eso oscuro, enorme y que sin embargo deja que ese alguien los cuelgue en paralelo para luego pasar a través de ellos, perpendicularmente, como otros hilos, y formar así la "trama": al invertir el proceso del tejido en su título, al exponer los fragmentos pero no sus relaciones, al proponer un manual de uso sin decir quiénes son las piezas, cuál su contorno, qué las herramientas, la novela de Celedón se vuelve una querella contra la insignificancia de toda construcción humana. Ese impulso con que logramos vestirnos en total oscuridad, con que logramos escribir un libro, es el mismo con que rajamos el pellejo de un animal y nos comemos un asado.    

        Dada la cantidad de palabras que existen para hablar de tejer, dudo que el lenguaje sea un entramado y que el sentido, finalmente, sea innumerable. Sin embargo, aunque las personas y las palabras pareciéramos estar hechos de distintos materiales, una novela como Trama y urdimbre permite que por un momento, la intimidad de la lectura posibilite que estas manos den vuelta una página para unir cierta parte con la siguiente, de modo que aparezca una textura diferente a esa con que nos pincha el mundo.

 

 


TRAMA Y URDIMBRE.  Matías Celedón. Editorial Mondadori. Santiago, 2007.