EL MAL DE LA TAIGA, de Cristina Rivera Garza
Esa falta o falla, la castradura, le impediría a la vez llegar a la verdad, a dilucidar el misterio. Efectivamente eso es lo que aquí se hace manifiesto: la mujer encuentra pero no resuelve, no todo vuelve al mismo lugar, no se recupera la estabilidad ni ningún orden. La mujer que investiga es, entonces, una excusa para hacer correr la pluma, para mantener la apertura de la trama y que le escritura sea la trama en sí misma.