LOS PICHICIEGOS, de Fogwill

Lo que quiero es dejar aquí expresada mi frustración de que Fogwill se haya convertido en Rodolfo Enrique Fogwill, autor del frío y de editoriales corporativas, escritor de incontables novelas entumidas a falta de una voz. Rodolfo Enrique Fogwill fue Fogwill y no el publicista por una razón: el libro que decidió publicar cuando vivo.

A propósito de Franzen y las masculinidades narrativas actuales

Esta suerte de género que también esculpe el carácter de narrativas más cercanas a nuestras latitudes se presenta, por ejemplo, en obras como las de Alejandro Zambra, Matías Bize o Gepe. En estas narrativas, los hombres también operan como síntoma de una incertidumbre mundial y son –de igual modo– los escuderos de una extinción venidera. La sociedad completa, con sus cambios y reformas aceleradas o con sus prejuicios sexistas, los desplaza; pero ellos presentan su inocencia frente a cualquier persecución. Nunca pretendieron ser machos, como se les achaca.

ORNAMENTO, de Juan Cárdenas

El ornamento del discurso de la mujer al centro de la decoración, de la retórica latinoamericana, deja de serlo a mitad de la novela y se vuelve la unidad elemental que reacomoda alrededor suyo el sistema, destruyendo así investigación, romance, mercado, trama y acceso a la conciencia auténtica del narrador, para no volverse amuleto y sí relación con quien considere que las palabras valen.