LIBRO DE PLUMAS, de Carlos Labbé

EL ESPACIO DE LA NARRACIÓN

libro_de_plumasLas estrategias narrativas en la novela Libro de plumas de Carlos Labbé son el centro de operaciones desde el cual, más que hablar de una historia contada, se puede establecer un espacio y un tiempo específico.

        Si bien ya desde el texto de la contraportada se advierte que el libro tiene varios estratos de narración, la novela de Labbé no es una historia desconfigurada, no se establece desde una estética del fragmento ni es una suma de retazos narrativos que el lector debe organizar. A pesar de todas estas aclaraciones, esta novela sí presenta una organización narrativa que reconfigura el hecho, el objeto contado. 

        Libro de plumas tiene una intención similar a la de una novela tradicional: asemejarse al documento de una realidad, estructurar una ficción que parezca provenir de otra. Pero en este caso esa realidad es mostrada como un total mayor, apenas contenido por el corpus literario. A diferencia de las novelas modernas, que pretendían reducir la narración a lo que ocurría dentro del libro -sólo en la ficción directamente contada-, Labbé estructura una novela en referencia a todo lo que está fuera de lo contado. Desde las descripciones urbanas y ambientales de espacios y lugares reconocibles hasta las vidas esbozadas de los personajes, Libro de plumas se asemeja a un documento amorfo e incompleto, el cual intenta abarcar una vida, un momento, una serie de hechos y sentimientos, modificando así al narrador -su punto de vista, su sujeto, su tiempo y contexto- para poder abarcar eso que se está narrando. Pero, ¿qué es lo que se narra? Se afirmó aquí con anterioridad que no es difusa la ficción que es contada. La novela trata sobre un día de la vida de Máximo Doublet, sobre su relación con dos hermanas en distintos tiempos (pasado y presente), sobre una pelea entre dos familias, sobre un accidente y las relaciones de estos elementos con fragmentos del pasado de Doublet. Es además una suerte de árbol familiar. Abarca todos estos tópicos, pero no por dispersión, sino para intentar abarcar ese día en la vida del personaje. Mientras avanza el día, el narrador principal (lo llamamos así por comodidad) habla en primera persona, va y vuelve en el tiempo, presenta documentos, intercala recuerdos con situaciones que le ocurren en el supuesto momento en que escribe el documento que se nos presenta (la novela), deja de narrar para que otros personajes narren. La novela Libro de plumas es una serie de metonimias narrativas que se intercalan en un cuerpo literario que las organiza como documentos en torno a un punto.   

        Un segmento de la novela, que es muy simple en su estructura y que, sobre esta simplicidad, construye una complejidad narrativa muy atractiva, es el Intermedio, en el que Doublet y su novia cuentan cada uno, de manera intercalada y sin justificación narrativa para ese cruce de voces, cómo se conocieron. Aparte de demostrar sus manejos literarios, Labbé establece una  manera de entender la narración de una historia desde una suerte de compilación de documentos. Esas dos voces rodean el objeto -su pasado- y lo reconstruyen casi sin quererlo, obligados por la mano de quien edita esos textos a reconstruir un momento pasado. En este sentido, Libro de plumas es una reconstrucción de una historia hecha de alguna manera como lo haría el propio narrador y personaje principal, Doublet, en su trabajo de investigador de la biblioteca nacional. El mismo Doublet en dos o tres partes se acusa, y habla de lo que uno lee como el documento que está escribiendo, relacionándonos con un presente de escritura absolutamente ficcional.

        La narración, y su estado Intermedio entre indisolubilidad de la historia, de la forma narrativa y de una definición clara del objeto representado, hace que Libro de plumas se levante desde un piso móvil. Por un lado, la historia contada no es posible sin la forma con que se estructura la novela, pero por otro lo narrado es claro y definido, no es oculto por ningún efectismo desligado de lo expuesto. Es, entonces, una novela en que la forma construye, desde una especificidad radical, una realidad muy definida.

        El punto que hace a esta novela -que a juicio de lo escrito aquí, parece una suerte de resultado de laboratorio literario y narrativo- ser más que una obra de experimentación, es que lo que arma toda esta serie de cruces y rompecabezas narrativos (ya resueltos por el narrador) es la pulsión por contar, por establecer un espacio de narración definido. Abarcar, sostener el tiempo narrado. 

 

 


LIBRO DE PLUMAS. Carlos Labbé. Ediciones B. Santiago, 2004.