LA MUJER QUE SE PARECÍA A SHARON STONE, de Javier Campos

 ANOTACIONES SOBRE UN LIBRO DE CUENTOS

 

la_mujer_que_se_pareca_a_sharon_stone1. No creo en los comentarios de libros que ponen en un pedestal o tiran a la basura a un libro, prefiero pensar que un comentario abre surcos que intentan acercarse al texto.

 

2. Conversando con la escritora Claudia Apablaza sobre cómo titular su libro que estaba por salir -que finalmente se llamó Autoformato– me decía que prefería no darle al libro el título de uno de los cuentos que lo componen, ya que crea expectativas sobre los demás. Digerí el comentario y pensé que esa idea no funciona en algunos libros, por ejemplo Suicidios ejemplares de Vila Matas, Llamadas telefónicas de Bolaño o Compraré un rifle de Fadanelli, ya que las expectativas que el lector se hace son plenamente satisfechas. No obstante, al leer La mujer que se parecía a Sharon Stone (2003) de Javier Campos, esto no funciona del mismo modo, porque, como lector, me veo traicionado en mis expectativas en busca de la actriz, que para el caso dan lo mismo, ya que el título distrae del hilo argumental que conduce al libro, quedando la referencia como isla abandonada frente a otros cuentos que logran dialogar entre sí.

 

3. El punto dos se refiere a un aspecto negativo del libro La mujer que se parecía a Sharon Stone, el tres también. El libro es abierto por una desabrida presentación del escritor argentino Mempo Giardinelli[1]. Desabrida porque no conduce a nada y porque fácilmente pudo ser excluida. Pienso que cuando los escritores hacen presentaciones de libros generalmente ponen play a un discurso decorado por lugares comunes o, como en este caso, a un discurso que recorre no más de la mitad de los cuentos que componen el libro. Otros escritores, por ejemplo, amigos de los comentados, escritores jóvenes o escritores serios, logran, lucen o abren surcos interesantes que aportan a la obra presentada.

 

4. Los puntos dos y tres tratan aspectos negativos del libro que comento. Los dos que siguen son ambiguos. El libro es cruzado por una serie de epígrafes de Bob Dylan, textos y melodías del cantante que no dejan de sonar a lo largo del libro. Para un fanático, esto puede llegar a ser una bella banda sonora que acompaña de manera certera el correr de las líneas que configuran el mundo que construye su autor. Para quien lo escucha a lo lejos, es una exageración que no hace más que redundar y opacar otros momentos que sí consiguen un ritmo narrativo atrayente a partir de citas a otras canciones, por ejemplo, con el epígrafe a La Sonora Matancera en el cuento "Noche de luna tropical".

 

5. Algunos cuentos son precedidos de manera explícita por una contextualización y otros se acercan más al reportaje periodístico -otra faceta de Javier Campos-, lo que finalmente termina desestabilizando y restando resplandor a otros relatos que aciertan en la forma de narrar y en el mundo narrado construido, y que son la base de lo que resulta eficaz en el libro.

 

6. De lo eficaz, destaco y pongo énfasis en estos cuentos, por su buen trabajo literario, la idea de lo legendario en nuestros días o en los días que el narrador reconstruye. Lo legendario aplicado a personajes simples, pero que para el narrador son significativos y que van adquiriendo características de héroes que se van transformando en leyenda. Pasa en el primer cuento, "El reposo del guerrillero", con la figura de Felipe Morel, de quien se cuenta una historia inconclusa, ya que se pierden los rastros físicos y de él se construyen imágenes orales imprecisas: "pero alguien me contó  no hace mucho que nunca más había regresado a la Argentina". Aquí, y en otros cuentos, la oralidad es el medio por el cual se hiperboliza una imagen transformándola en leyenda. El cuento "Noche de luna tropical" nos presenta la imagen de Casanova, de quien también se perdió el rastro: "Sobre Casanova, lo último que supe es que aún vive en aquel pueblito de la costa". Similar idea rodea a "Isolda y el zapatista". El rasgo legendario aporta un hilo conductor acertado y apropiado para este libro.

 

7. Finalmente, y reafirmando la idea de que el título del cuento "La mujer que se parecía a Sharon Stone" merma el trabajo de un libro que se constituya como un todo sino homogéneo, que permita dialogar entre sí a los cuentos, destaco la presencia del poeta Vidal -también con cierto carácter legendario- y del narrador. El primero logra dar peso al libro e hilar algunas historias, acompañando de cerca al narrador. Un acierto de Campos, que nos hace sentir que el poeta está presente incluso cuando no aparece. El segundo es un narrador que por sí solo se sustenta, ya que logra ser el guía perfecto del libro en varios pasajes. Un narrador que se pasea por la nostalgia de no estar en su tierra, un narrador que cuenta experiencias de vida, de viaje, de periodista. Un narrador que logra cargar al libro de esa voz del latino desarraigado que se siente extraño en EE.UU.

 

8. Como conclusión, pienso que los cuentos o artículos de La mujer que se parecía a Sharon Stone se sustentan por separado, ya que entretienen, algunos son originales y en su totalidad están bien escritos, sin embargo creo que el error radica principalmente en la edición final que los une y que debilita la lectura de un libro como un todo que permita relacionar sus fragmentos entre sí. El tema de creer en un libro como un todo no pasa por pensar en un mundo narrativo total o de novela total, como pensaba Vargas Llosa. Cuando hablo de un libro de cuentos como un todo es pensar en que cada fragmento, por más deforme que sea, debe caminar hacia un centro narrativo o definitivamente buscar el caos, pero lo intermedio a mi parecer resta méritos al trabajo final.

 

9. Hago estas anotaciones a un libro que apareció en 2003, pero que creí pertinente recuperar entre los libros que el editor del sitio me entregó. Si mis anotaciones validan o no el libro, eso queda a criterio del lector.

 

 

NOTAS

[1] Más sincero es el comentario que hace José Promis en la Revista de Libros de El Mercurio: http://www.letras.s5.com/jc010504.htm
 
 

LA MUJER QUE SE PARECÍA A SHARON STONE. Javier Campos. RIL Editores / Melusina. Santiago / Buenos Aires, 2003.