LA ANUNCIACIÓN, de María Negroni

LOS LUTOS DEL LENGUAJE

 

Notas de lectura, meses después de haberme terminado esta novela:

1. Sobre La Anunciación lo más obvio sería decir que es un regreso personal e íntimo al proceso militar en Argentina. Al “proceso”, como leí en otra parte.

2. 11 de marzo de 1976. Los números suelen resaltar como enviados de lo inequívoco. Así, La Anunciación propone certezas, coordenadas de espacio y de tiempo que nos ubican en la contingencia del militarismo populista de signo cambiado y la muerte de Perón. La lógica monocroma de exilios, traiciones, lealtades, sin embargo, se comienza a diluir al mismo momento que el blanco de la página comienza a ser roto; los límites de los números sobre las páginas se transforman en la misma materia espesa que tiene el blanco del papel y, de paso, vuelven la monocromía en el calvario colorinche de una conciencia que duda ante las exactitudes del pasado.

3. La novela de María Negroni se toma su tiempo para romper con el blanco de la página; la búsqueda del hilo narrativo, el establecimiento de los personajes pareciera un esfuerzo incluso para la narradora. Por un instante y para toda la novela, la palabra “anunciación” se transforma, gracias a la inexactitud de un movimiento labiomandibular, en enunciación.

4. Explota en una búsqueda mental, interna, parecida a la corriente de conciencia, tan lógica y a la vez tan carente de ella. La búsqueda de una conciencia individual se tiñe, aquí, de todo tipo de órdenes, textos, discursos, recuerdos que buscan distanciar a la persona de su experiencia privada y pública en un intento por entenderla.

5. Las citas del texto encuentran su mejor imagen en el museo de Athanasius, que funciona en variados niveles como espejo: como la intención de dar orden a las experiencias personales y la incapacidad de lograrlo volviéndolas, como el coleccionista de Walter Benjamin, en recuerdos no-muertos. La cita y las referencias a universos filosóficos yuxtapuestos a memorizaciones, diálogos imaginarios, canciones, películas, gestos, palabras no dichas, descubren la intención de desdoblar aquellos textos, de sacarlos de su cuerpo, animizarlos, recubrirlos con cuerpos diferentes, utilizarlos para su propio bien, reconstruir una máquina con deshechos –esta novela– para así realizar la pérdida del joven amante.

6. La distancia es un mecanismo al que una y otra vez vuelve la voz o las voces narrativas de La Anunciación, un mecanismo necesario para poner en marcha el movimiento de la memoria. Aquí la memoria no es involuntaria, sino fantasmática.

6.1. “La ironía es una ignorancia sofisticada”.

7. Los caracteres de la página se transforman en un acto mnemónico que entreteje los hechos colectivos –la represión, la violencia– con el proceso individual del luto por la muerte del hombre amado. Ambas líneas narrativas se vuelven indistinguibles bajo una lógica de lealtad y traición, que las contrapone en sus efectos. Cada una de las experiencias lleva a dudar de la otra y en esa expresión la voz hablante encuentra la excusa perfecta para reunir los fragmentos que la componen.

8. Los fantasmas que la plagan se corporalizan en un afán de volver, una y otra vez, a vivir aquellos momentos nuevamente. La recursividad del lenguaje fantasmático es el luto por una muerte que se relaciona con un lingüista que define y parcela el lenguaje: “Ah, Humboldt, algo se va agrandando a medida que se aleja. Vos.”

9. “El 11 de marzo de 1976 tiene 22 años.

                No fuma. No sabe jugar ajedrez. Partir de viaje es un hecho que no figura en sus planes, como no figuran los siete cielos del Islam, ni Censorius de Smyrna que puso la hora de las Estrellas Fijas a una octava de la Tierra.

               Para la SIDE, que lo tiene fichado, es un sujeto peligroso, un subversivo al servicio de intereses apátridas. La foja policial agrega: nivel de instrucción, secundaria; nivel militar: muy bueno; actitud frente a las realidad: denegatoria.

               ¿Hubiera tenido hijos? Puede ser. También puede que no.

                En cualquier caso, nunca los hubiera llamado Albano Jorge, Hermes José, Reynaldo Benito, Cesario Ángel, Jorge Rafael, Luciano Benjamín, Emilio Eduardo, Orlando Ramón, Leopoldo Fortunato.

              Difícil establecer con certeza cualquier cronología de sus tristezas.

               Carece de nombre de pila. Todo lo que tiene es un alias:

Humboldt.”

               9.1. El mismo personaje que sólo tolera las preguntas bien formuladas.

              9.2. Wilhelm von.

10. La Anunciación propone que el sentido debe estar dado por otro en ausencia.

11. La Anunciación es una manera de hablar sobre la copia, de conseguir la epifanía literaria a la vez que pone al lenguaje en su tumba, como la obsesión de Ema –la amiga pintora de la narradora– por “pintar un cuadro que, enteramente, no le perteneciera”.

12. La anunciación vacila entre la completa identificación de un proceso con el discurso y la absoluta confusión de sentido que plaga al verbo; así como vacila entre una concepción extrema del arte mimético, que copia, y el compromiso político.

13. La escritura de La Anunciación se va modificando a lo largo de la novela, como si el parloteo de la narradora encontrara, de repente, un hilo conductor que le permitiera continuar los diálogos mentales. De inmediato procesos distanciadores como la ironía y el humor melancólico desaparecen, permitiendo que se instalen, como en su casa, las palabras de una epifanía (“A lo mejor eso y no otra cosa es el ser: una epifanía de la nada”). Allí se insertan dos de mis partes favoritas: las elucubraciones de Ema sobre su pintura y el diálogo entre Athanasius y Vicente Huidobro, en la cuarta parte.

 

 

 


 

La Anunciación. María Negroni. Editorial Seix Barral. Buenos Aires, 2007.