HOTEL, de Ignacio Fritz

POP Y QUEJA LITERARIA

 

La desconcentración llevó a Raymond Carver a dedicarse al cuento. “Verlo y soltarlo, sin pena alguna”, escribió. Roberto Bolaño, en cambio, sostuvo que había que escribir cuentos de tres en tres, incluso de quince en quince. Tal vez Ignacio Fritz optó por la segunda alternativa, porque cada cuento de Hotel está escrito como parte de un todo. En apariencia sus fragmentos son disímiles unos de otros, pero todos están urdidos entre sí, estilísticamente y también por algunas locaciones que se repiten, como el Bar El rincón de los rebeldes.

           Desde el comienzo –en la solapa y contraportada de este libro– Ignacio Fritz deja en claro cual es su proyecto. Por un lado sitúa sus cuentos en lo que David Foster Wallace llamó la image fiction, que cuestiona “la frontera de hechos y ficción en presencia del fenómeno de la fama”. Por otro, pone sobre la mesa la idea de ucronía como forma de entender la mezcla de personajes de ficción y no ficción, que en definitiva es ficción. Finalmente, asume que en estos cuentos se encuentra presente la metaironía. De este modo, en sus diez cuentos da vida a figuras legendarias de la literatura, la música, la mitología clásica, el cine y la cultura pop en general. Escenifica un mundo a la manera de un gran hotel, donde escenas centrípetas y otras centrífugas permiten leer el libro como una colección de relatos o como una gran magnolia o bien como un todo disforme, según señala el protagonista de “El manicomioinfierno de Scooby Doo”: “Un cuento dentro de otro cuento, porque debo admitir que lo confundo todo con mi trastorno”.

           Hotel enfatiza los diálogos directos, cinematográficos, como en “El fierro de Marlon Brando”: “Ey, tenga cuidado con lo que habla –diría yo a secas–. Tengo balas y se las puedo incrustar”. Si bien en principio algunos cuentos presentan inverosimilitud y cierto manierismo, la progresiva parodización de los personajes va modificando su entorno original; así, en un ámbito chileno puede aparecer tanto Miguel Serrano como personaje o bien la actriz porno Lori Rivers estaría filmando una película en Chile, a través de una cita a algunas heroínas de Roberto Bolaño como Joanna Silvestri y Connie Sánchez. En un cuento sobre Marlon Brando, al dueño del bar El rincón de los rebeldes lo apodan con el nombre del actor de El padrino y Nido de ratas de manera que, cual mortal elevado a la fama, se ve de pronto premunido de un arma que debe aprender a usar por medio de un manual de técnicas de disparo, en forma similar al personaje Mandrake, de Rubem Fonseca, que aprende a usar su cuchillo leyendo. El libro descansa y la imagen fiction transita hacia la disolución del referente. A diferencia de otros cuentos donde la cara famosa cobra vida, acá se trata sólo de un nombre que cubre con su aura a un personaje cotidiano.

           La constante presencia de citas pop en los cuentos de Ignacio Fritz también deja espacio para la enciclopedia culta. En ese sentido algunos cuentos destacan –como “Hotel”, con la notable presencia de Jim Morrison– y otros que aparecen sobrecargados de figuras decaen, como “Medusa v/s Van Helsing”. El tránsito que realiza este libro desde la tradición libresca a la cultura masiva –una ida y vuelta constante– puede ser leído como una queja literaria que se resume en el cuento “Superestrella”, donde un personaje sostiene que el escritor está condenado al fracaso, si podemos llamar fracaso al hecho de tener una acogida limitada: “Es un proyecto casi muerto para nuestros tiempos en que la televisión juega un rol protagónico”. Este cruce persistente entre medios o géneros propone la aceptación de un pasaje irreversible de la literatura a otros territorios. Todos en un mismo lugar, todos en un mismo hotel.

 

 

 


Hotel. Ignacio Fritz. Contracorriente Ediciones. Santiago, 2009.