ENTRE PARRA Y WOODY ALLEN
Diario de un poeta recién divorciado es el quinto poemario que Luis Correa-Díaz (1) publica -este año publicó el sexto, Mester de soltería.
Luis Correa-Díaz no aparece validado por las antologías de poesía
chilena, por ahí asoma tímidamente en la Nueva Poesía Hispanoamericana
en una de sus primeras ediciones junto a Zurita y en otras posteriores
junto a Bolaño.
Al abrir el libro leo lo siguiente:
"Si para el lector hubiera o hubiese la necesidad imperiosa de un
autor, dada la no menos curiosa, divertida y espeluznante obsesión
auto/biográfica de nuestros días […] sólo entonces, si el lector
necesita de esto para satisfacer por completo el gusto o disgusto de su
lectura, écheme a mi la culpa de estos in/felices versos que tiene
entre manos"
Con esta advertencia comienza este poemario, indicación al lector con
la que el autor aspira a esconderse y poner de manifiesto esa vieja
ambigüedad autor-hablante (2). Es decir, sólo si el lector lo desea el
autor se hace responsable de lo escrito en el poemario -comienza el
diálogo con Parra.
Al ingresar al texto y dejando a un lado el diálogo directo que entabla con el Diario de un poeta recién casado,
de Juan Ramón Jiménez, se hace visible que esta suerte de tragicomedia
desde la coloquialidad intenta ironizar las imágenes de un quiebre
marital, y lo hace construyendo versos que brotan de la cultura
popular; "Los declaro marido y mujer/ hasta que la muerte…" , "si te he visto no me acuerdo" o "Me quiso mucho, poquito nada",
que son parte del imaginario colectivo, y otros versos con un lenguaje
informal: "Super simple", "condenao", "me tinca", "dificilón". Lo
coloquial, a partir de versos sencillos y simples, encuentra en la
ironía interesantes pasajes a lo largo del poemario: "Tengo el corazón
enfermo/ de tanto recordarte, oye/ ¿no te da vergüenza?". El verso va
hacia la construcción de un sujeto fisurado por el amor, situación que
de inmediato quiebra con la interpelación a la amada, enunciación
alocutiva que continúa y descarga los ánimos del hablante en el otro:
"De ahora en adelante, tus caprichos/ de musa (querida) me tienen sin
cuidado". Considero que estamos frente a una poesía de amor que me
recuerda a algunos versos de Óscar Hahn, tanto en forma como en tópico,
lo que se ve reflejado en algunos versos y formas coloquiales de este
poemario: "Todito lo que tocaste, hoy por hoy/ como reliquia venerada
lo conservo". Sin embargo, este amor no es ni de musas ni de tonos
cursis, por el contrario, este poemario juega con lo cursi, lo usa para
reírse. Este fracaso del amor dialoga con un contexto en el que tanto
hombre como mujer son prácticos, fríos, poco comprometidos, y
trasforman el amor en un amor que se diluye rápido, un amor efímero,
sin compromisos, frágil. Así, el hablante se configura como un sujeto
fracasado en lo que de amor se trata, pero sin sucumbir ante él, por
eso la figura de Woody Allen resulta tan pertinente para mi lectura,
por eso la ironía de Parra también. Una mezcla final, como lector que
reconstruye a su antojo, que me agrada porque desde la sencillez logra
fundar un mundo tragicómico.
Para cerrar este comentario cito la suerte de poética que expone el hablante:
"Reitero el propósito:
Pura pedagogía social
La poesía debe reírse
De sacramentos nulos
Y echarle pa' elante"
Se trata de una "pedagogía social" que busca enseñar a tropezar y
burlarse del error, de la falla, preceptos morales que a veces
complican más de la cuenta al individuo que habita esta sociedad. Para
eso debe ser útil la poesía, dice el hablante, para burlarse de las
desgracias.
DIARIO DE UN POETA RECIÉN DIVORCIADO. Luis Correa-Díaz. RIL Editores. Santiago: 2005.