CONDICIÓN HUMANA, de Paulina Ibieta

LA CONDICIÓN SINGULAR

humanacondicin1 El fragmento, la fisura, el descentramiento son partes esenciales de la condición del sujeto que habita la posmodernidad, la tardo-modernidad, la cultura híbrida o como se la quiera nominar. La parte de un todo bien puede ser el individuo en el sistema. En la línea de Francis Fukuyama, y su diálogo entre lo global y las identidades culturales más profundas, surge la oposición a la globalización con el concepto de lugarización (1), es decir la búsqueda de lo singular y heterogéneo. En Condición humana: poema en tres partes de Paulina Ibieta (1977) nos adentramos en el día, en el tiempo, en la estadía que dura el habitar ese lugar; esa singularidad.

        El poemario está divido en cuatro partes: "Grito del alba", "Grito el ocaso", "Grito nocturno" y "Final". Cuatro subtítulos que marcan el proceso de la voz que aúlla y que transita a través de los poemas. La construcción de una hablante singular se realiza a partir de imágenes surrealistas ("los rinocerontes son azules/ y presiento que me aplastaran"), otras cotidianas (recuerdos de infancia) y otras de construcción fragmentada ("Aullido hondo retumba/ tormenta desgarro"), que proyectan la presencia de quien se autoconstruye, pero que son coherentes con el proceso que significa abrir este libro y leerlo.

        "Grito del alba". Si hiciéramos un ejercicio isotópico, Grito del alba nos coloca en cinco lugares que se mezclan entre ellos: silencio, grito, llaga, vacío y muerte. Éstos conforman pares entre ellos, pares metafóricos que proyectan los pasos por donde se transita en esta parte del poemario:

 

La herida

se desangra

Se levanta

Clamor eterno

 

        Estos versos conjugan el eco que se forma a partir del grito desgarrado. Luego "Silencio tumba/ vacío/ Siempre féretro" proyecta el cruce mortuorio que se le impregna al poemario y que desembocará, sobre todo en esta parte, en un temple de la precariedad, de lo quebradizo, en palabras como brizna, pluma, tenue, vidrio, gota de agua, hilo, que surgen en el poema.

        "Grito al ocaso". Como se va repitiendo en la poesía, la prosa emana y toma su lugar entre el verso siempre presente. También dialoga con otros textos, como la oración divina en el poema "Ave María Purísima/ Sin pecado Concebida", y con lo popular en "Balada", pero siempre marcando la esencia del poemario, la condición de la hablante: "La tristeza se vive solo Cuando la sonrisa es una mueca se vive solo Cuando se han dicho sólo estupideces es un intento desesperado por mostrar lo que se siente…". Este poema, en prosa, es una concatenación de repeticiones del "Cuando", que pone énfasis en certeras imágenes sobre los instantes de aflicción, que van atrapando a la hablante y que se complementan, por ejemplo, con el poema "Náusea" u "Otro trago". Este último marca cierta ambigüedad del género del(a) hablante: "No me importa si no saben/ si soy hombre o mujer/ cuando ando por la calle". Me detengo en este fragmento y valoro la enunciación de estos versos en cuanto marcan el tópico que se quiere plantear, pero no de manera redundante, como en ocasiones pasa con la poesía escrita por poetas jóvenes,  la que al querer romper esquemas en torno a la ambigüedad del hablante dan una y otra vuelta, volviendo extremadamente explícito el discurso. Por el contrario, en Condición humana esto se refleja por medio de la escritura, del proceso, de lo que queda después de la lectura, no del gesto evidente de decir "soy ambiguo". 

        "Grito nocturno". El tono varía, se hace más cadencioso, transita entre lo lúgubre -"Mis lágrimas son oscuras" o "mis manos desnudas son la historia extinta"- y una soledad más mesurada, pero siempre temerosa. No obstante, todo confluye en marcar y confirmar el estado y la presencia de la hablante: "Todo es más grande que yo/ soy solo un punto", confirmando su estado, su condición a veces nimia.

        "Final". Es el término del camino recorrido, el camino de sangre, de una condición mínima de sujeto. Sin embargo, también se transforma en el camino que proyecta la purgación a partir del grito y la llaga; esto es solo el comienzo, dice en un tono tranquilo, un comienzo grato de conocer.

        Gritos al amanecer, al ocaso, a lo nocturno, grito en el tiempo, al transcurso que marca el día -uno cualquiera-, gritos que configuran a la hablante -"hija de la incertidumbre"-; Condición humana explora la situación, el estado actual del hablante que se funda a partir de estos poemas. Es la fotografía de una existencia, un lugar individual que parte de esta lugarización de la hablante que se erige desde su propia precariedad.

 

CONDICIÓN HUMANA: POEMA EN TRES PARTES. Paulina Ibieta. Editorial Cuarto  Propio. Santiago, 2005.