POR QUÉ EL LECTOR SE PIERDE EN LA NOVELA
¿Qué es un cuento, cuando no es falaz? Umberto Eco habla de un bosque donde el lector elige perderse para encontrar una salida preciosa. No tan lejos, C. S. Lewis afirma que la necesidad de ficciones sigue una antigua sabiduría: "el que pierda su vida, la salvará". Los jovencitos nobles de El Decamerón esquivan la fatalidad de la peste negra y del bostezo del campo contándose historias. Sin engaño, uno demora el preguntarse en qué sentido la ficción narrativa nos traslada. Uno prefiere dedicarse a leer, como Sherezade, en Las mil y una noches, retrasa cada atardecer su fin relatando las vidas de otros al rey.
Félix Martínez Bonati se responde honestamente a la pregunta de la ficción. Hay que agradecerle que atienda desde el principio a un detalle que se ha vuelto de poca importancia para la teoría literaria, pero que bastantes confusiones provoca entre los que leemos y los que desprecian la lectura: ¿qué elemento, en nosotros o en el texto, marca la diferencia necesaria para fascinarnos con una novela e indignarnos con una mentira? Si desde incluso antes de Platón hemos sido tan torpes como para no distinguir entre testimonio, engaño y fábula, y la acumulación de volúmenes que trazan una evidente línea sutil entre ficción y no ficción no ha bastado para que sigamos dudando ante la frase de Flaubert, "Madame Bovary soy yo", significa que la aclaración debe provenir de otro ámbito. Martínez Bonati elige esta vez entrar por el bosque de la fenomenología, la observación de la actividad misma, para explicarse qué es lo exclusivo de la ficción.
Singularmente, La ficción narrativa está escrita en viñetas que invitan al lector a imaginarse un análisis de la ficción desde distintos niveles filosóficos. Se trata de una plausible ambición fáustica, tan fáustica que se intuye fallida de antemano. Da con la lógica propia del discurso ficticio narrativo, intenta ubicar su naturaleza particular dentro del universo de los discursos humanos y fracasa al no poder hacer explícita su necesidad en nuestra existencia.
La tesis central es que la narración ficticia no comunica como nos comunicamos todos los días. Solamente la acción de narrar estaría incluido en nuestros hechos del mundo empírico. Todo lo que es ficción pertenecería a "otro orden". No sólo el mundo y los temas representados por la ficción narrativa serían ficticios, sino también el mismo discurso narrativo. Un cuento, en pocas palabras, no se atiene a las normas lógicas ni ontológicas de los discursos empíricos. De este modo, la única manera de acceder a la Otro (lo que sea que está más allá de la conciencia y la práctica) sería observando y analizando el particular estado de "suspensión de la incredulidad" que Coleridge afirma es la vivencia de la ficción.
El libro de Martínez Bonati responde seriamente a la pregunta que todo profesor, escritor o buen lector debe hacerse: ¿por qué la literatura? Se trata de una respuesta honesta. Por ello propone y elige perderse en ciertos bosques, ciertos mares, ciertos jardines que acá difícilmente visitaremos con la razón: "la ficción exhibe, al fracturarla, la estructura representacional de toda la experiencia humana".
LA FICCIÓN NARRATIVA. Félix Martínez Bonati. Lom Ediciones. Santiago, 2001.